Ayudar en su justa medida.

En estas épocas que corren, el ritmo de vida que hay en la sociedad nos hace, en ocasiones, realizar nuestras tareas y rutinas con un ritmo acelerado. Esto nos supone sensación de estrés, fatiga física y emocional, etc.

Todos estos factores pueden afectar a la hora de intentar ayudar a la persona que requiere de esa ayuda, pudiendo en ocasiones no tomar la mejor decisión para el familiar que lo necesite. Antes de nada, debemos saber qué es ayudar.

Según la Real Academia Española,  AYUDAR sería:

1.  Prestar cooperación.

2. Auxiliar, socorrer.

3. Hacer un esfuerzo, poner los medios para el logro de algo.

4. Valerse de la cooperación o ayuda de alguien.

Una vez que sabemos esto, es importante recalcar que AYUDAR se aleja del término SUSTITUIR, que sería:

1. Poner a alguien o algo en lugar de otra persona o cosa. 

2. Dicho de una persona o una cosa: Ocupar el lugar de otra.

3. Suplir a alguien o hacer sus veces.

Con estas definiciones, se pretende acercar al familiar a las diferencias entre ayudar y dar los soportes que requiere la persona necesitada de apoyos, y por otro lado, realizar las tareas por él, que sería más próximo a sustituir esa función.

Es importante que cuidemos las ayudas que damos a nuestro familiar, y no sustituir esas tareas por hacerlo más rápido, fácil, etc.

Quisiera puntualizar que no se trata de no darle ayudas, o de siempre acertar con las ayudas que proporcionamos, sino de hacerlo de tal manera que nuestro familiar mantenga lo máximo posible su autonomía e independencia en todas aquellas tareas que todavía están conservadas. De esta manera se favorece la calidad de vida de la persona, al igual que sentimientos de identidad, autoestima, autoeficacia, bienestar, etc.

Por aclarar y facilitar un poco más el contenido, a continuación se expone un ejemplo práctico de forma resumida para interiorizar toda la información previa.

ACTIVIDAD DE DUCHA:

En función del grado de dependencia que tenga cada persona podremos ofrecer distintas intensidades en nuestras ayudas. Se proponen distintos grados de ayuda, de mayor a menor independencia.

  1. Preguntar por la actividad. (por ejemplo: ¿hoy toca ducharse? )De esta manera le damos la posibilidad de intentar acordarse.
  2. Recordar la actividad. (por ejemplo: Vamos a la ducha que hoy toca ducharse) De manera verbal, le recordamos la actividad.
  3. Ayuda verbal durante la actividad. (por ejemplo: ¿Qué hay que hacer ahora? ¿Qué necesitas coger? ¿Necesitas el gel o el champú?).Intentando dar las menos pistas verbales posibles, con sutileza. Quizás sugiriendo el nombre de lo que necesita, sin decirlo literalmente.
  4. Ayuda física en la actividad. (por ejemplo: Coger los elementos y dárselos. Ayudar en las zonas donde no lleguen, etc.) Es importante que solo ayudemos en lo que no puede hacer él/ella, aunque suponga más tiempo (siempre que las circunstancias nos lo permitan).

Después de todo lo anterior comentado, quiero recalcar que se conoce que cada circunstancia y cada ritmo de vida familiar es único y no siempre se va a poder hacer las cosas tal y como quisiéramos, pero es importante intentar alejarnos lo menos posible de estas ideas anteriormente comentadas favoreciendo la autonomía y la independencia de nuestro familiar, consiguiendo una mayor calidad de vida para él/ella.

Alejandro Romero Carrero (Terapeuta Ocupacional de AFAMSO)

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