En AFAMSO, la mayoría de los usuarios sufren algún tipo de demencia o deterioro cognitivo que se traduce en limitaciones en muchas áreas, afectando a las actividades de la vida diaria y en su autonomía vital.

Entre todas esas áreas, una de las capacidades que más mermadas se ve es la memoria. Pero, ¿Qué es la memoria? A grandes rasgos, podemos decir que es la capacidad que tiene nuestro cerebro de almacenar información y retenerla, pero existen diversos tipos de memoria (episódica, semántica, corto plazo, memoria de trabajo, …).

 Hoy os voy a hablar de la gran olvidada memoria emocional, que es de suma importancia porque es una de las memorias que más perduran con el tiempo. A continuación, os cuento con más detalle.

La memoria emocional, está relacionada con el mundo de las emociones. Nuestro cerebro almacena la reacción que hemos vivido en un momento determinado ante un estímulo. Esto se produce en la amígdala, que está en la parte interior de nuestro cerebro, protegida por nuestro lóbulo frontal.

 Es por eso que, en el caso de las personas con demencia, puede que se olvide el lugar, las personas, o algunos detalles de un momento concreto, pero permanece la emoción que nos trasladó ese momento, y que nuestra memoria emocional, se encargó de almacenar.

Esto ocurre tanto en emociones agradables, como en emociones más desagradables, tanto en personas, como en situaciones. Debido a esto, algunos de los cuidadores pueden haber manifestado que la persona con demencia, puede tener malestar sin motivo aparente. Esto es porque se ha dicho que es más fácil de borrar un mal recuerdo, que la emoción que nos puede dejar ese propio mal recuerdo. Frecuentemente, este malestar se traduce en alteraciones conductuales.

En el polo opuesto, se encuentran las emociones que se consideran más agradables. Por ejemplo, todos estos días de celebraciones, (navidades, fin de año, los reyes magos, …) están cargados de emociones positivas, como la ilusión de ver a los nietos abrir los regalos, la alegría de ver a la familia unida, y otros muchos ejemplos más. Todo esto, en personas con demencia, hablando de memoria emocional, se puede traducir en más ganas de hablar, más carcajadas o alguna que otra sonrisa.

Es posible que no se acuerden de un regalo, o con qué personas cenó en un año en concreto, pero sí que es probable que recuerden o rescaten la emoción de abrir los regalos, la felicidad de las reuniones en familia.

Existen estudios que certifican que la memoria emocional se puede modular a través de varias opciones. Entre todas ellas se encuentran principalmente la música y el ejercicio físico.

La música, como primera opción, ofrece una experiencia multisensorial muy rica, en la cual estamos estimulando a nuestro sistema nervioso. La exposición a un estímulo musical mejora el desempeño de funciones cognitivas, gracias a la modificación afectiva, emocional y fisiológica que la música induce, entre las cuales se destaca la memoria. Este efecto neurofisiológico es la causa por la cual se ha podido establecer una estrecha relación entre la música, la memoria y las emociones.

La siguiente opción que se ha estudiado como posible modulador de la memoria emocional es el ejercicio físico. El término actividad física refiere a todos aquellos movimientos donde la puesta en marcha del sistema locomotor origina un gasto energético.  Comprende tanto los entrenamientos deportivos y la ejercitación física, como a todas aquellas prácticas de la vida diaria que representen un gasto energético por encima de los niveles basales. Se ha visto que un estilo de vida activo favorece la memoria emocional.

            Además de todo lo comentado, para conseguir bienestar emocional y ayudar a que tengamos una memoria emocional más sana, recomendamos hacer actividades o crear momentos que supongan una satisfacción personal. Indagar en gustos e intereses de la persona y procurar generar espacios que los favorezcan y los promuevan.

Los recuerdos pueden borrarse, las emociones perduran.

Alejandro Romero Carrero. Terapeuta Ocupacional de AFAMSO.